domingo, 24 de febrero de 2013

Todo por la pasta


Todo por la pasta
En esta reseña crítica se abarcará el tema del conflicto armado en Colombia específicamente en San José de Apartado expuesto por Juan José Lozano en su documental del 2006 Hasta la última piedra y se expondrá cómo existe no tanto un dilema moral sino mas bien una ambigüedad moral por parte de la fuerza pública colombiana. Primero se hará un resumen del documental mencionado y posteriormente se hará una comparación entre los hechos que se presentan en el filme y los convenios de Ginebra de 1977 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Finalmente se presentarán unas preguntas generadas por la comparación planteada.
Juan José Lozano es un reconocido director por mostrar en sus producciones el tema de la impunidad en Colombia de manera explícita y cómo la justicia en este país no cumple con su labor sino que ésta es mas bien manipulada. Hasta la última piedra es un documental de aproximadamente hora y media en donde se relata la historia de los habitantes de San José de Apartado y cómo se ha ido construyendo esta comunidad de paz desde 1997. El objetivo principal de esta producción es evidenciar uno de los muchos otros casos que se presentan en Colombia en donde comunidades que optan por un proceso de resistencia civil pacífica, se ven arrinconadas y violentadas en un juego de ajedrez en donde actores armados como las FARC, los paramilitares y el ejército colombiano utilizan a la población civil de peones o escudos (Tuberquia, 2006).
Así los actores armados previamente mencionados sean protagonistas del tema en cuestión, el documental muestra entrevistas hechas tanto a campesinos y líderes de esta comunidad, como a personas involucradas indirectamente en el conflicto y en los intentos por dar resolución al mismo. Anexo a lo anterior, se muestra una de las visitas de uno de los representantes de Apartado a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra en el 2005; y la respuesta del presidente de ese entonces, Álvaro Uribe, ante la postura de los habitantes de esta comunidad.
En las diferentes entrevistas realizadas, dos de los líderes Gildardo Tuberquia y Renato Areiza, narran cómo toda una comunidad se ha visto envuelta en un conflicto que afirman ellos, no saber cuando culminará pero con el cual no están de acuerdo ni del cual desean ser parte. Es por esto que se oponen a la presencia de actores armados como la policía, el ejército nacional, las FARC y los paramilitares en su territorio. Lo anterior justifica para esta comunidad una lucha continua por reconstruir un hogar para cada una de las 70 familias que conforman San José y que se han visto afectadas por alguno de los 450 crímenes de lesa humanidad cometidos allí (Ramírez, 2006).
            Más adelante intervienen Javier Giraldo y Elkin Ramírez, sacerdote jesuita defensor de los Derechos Humanos y abogado de la corporación jurídica Libertad respectivamente, quienes han sido parte del conflicto en este territorio y han participado activamente tanto en la denuncia como en la resolución del problema. Tanto el padre Giraldo como el abogado Ramírez hablan abiertamente de la vulneración de los derechos de los integrantes de esta comunidad por parte del estado colombiano.
…se han aplicado todas las modalidades de exterminio sobre esta comunidad. Los asesinatos, las torturas, las desapariciones forzadas, los desplazamientos, los saqueos, la destrucción de las cosechas de los campesinos en los operativos militares que realiza el ejército. Siempre ha sido clara la intención de acabar con un proceso de resistencia civil pacífica que se niega a ser parte de la guerra que nosotros vivimos. (Ramírez, 2006, 00:21:20).
            Cuando Ramírez hace alusión a las fuerzas públicas de este país, me remonto al artículo 5 de la Declaración de los DD.HH ya que allí se constata que: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.”(pp. 2) lo cual evidencia la contradicción inherente al estado colombiano frente a sus civiles y la manera de proceder por medio de la fuerza pública.
            Es por esta contradicción que quiero enfocar la reseña hacia el papel que cumple el ejército colombiano en esta disputa por el territorio. Ya que desde un principio se asume que estos actores armados están para proteger a los civiles de cualquier amenaza que atente contra la vida o los derechos básicos: a la vida, la libertad, la dignidad, la seguridad, etc.(Convenio IV de Ginebra, pp. 1).Y es aquí donde encuentro la ambigüedad moral y donde nacen preguntas como ¿por qué que la fuerza pública está agrediendo a la población? ¿Será que para proteger a la población hay que sacrificar a personas de la misma? O si en el trasfondo de este juego de ajedrez, ¿los militares también son peones de alguien más?
            Cabe recordar que este conflicto se remonta a varios años atrás en donde los paramilitares fueron consecuencia de las primeras guerrillas izquierdistas, las cuales son también un blanco principal de las fuerzas militares. De allí una alianza clandestina pero ya reconocida por el pueblo colombiano entre paramilitares y el ejercito nacional. Tal vez esto explicaría lo que Gildardo Tuberquia contaba acerca de quiénes eran los autores de los homicidios, en donde los paramilitares y los militares eran en la mayoría de las veces, los principales asesinos de los civiles y no las FARC.
            También deberíamos preguntarnos entonces, si las fuerzas públicas no están presentes para recuperar este territorio para los campesinos que se encuentran allí, ¿para quiénes lo están recuperando? Creo que estas fichas del ajedrez que no son tan claras visiblemente, son quienes querrían recuperar estas tierras. En otras palabras; terratenientes. Y por qué no si en Colombia aún se conserva la figura del señor feudal y el poder que otorga la posesión de tierras. Me atrevo a afirmar que esta disputa por las tierras de los habitantes de San José de Apartado es una muestra de la moral capitalista que prima en un país donde la desigualdad social queda impune ante la ley y la justicia. En donde prima el todo por la pasta.
            Finalmente queda resaltar que Hasta la última piedra más que un documental es una invitación a la reflexión ya que aunque esta reseña intentó condensar las ideas principales que Lozano quiere exponer; muchos otros argumentos del por qué de la injusticia colombiana, se escapan de este escrito.
Este pequeño ejemplo de una realidad del día a día puede ser analizado desde muchos otras perspectivas; el desarrollo de los niños, el impacto en las madres y esposas, el concepto de esperanza y desesperanza, la construcción de una colectividad, incluso lo que significa el título de esta obra. Una obra que podría sensibilizarnos aún más y llevarnos a actuar frente al problema con los campesinos y familias que vemos al otro lado de la ventana en los semáforos en rojo, situación que espero, al igual que todas las personas de San José de Apartado, acabe pronto.
Referencias:
Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra (Convenio IV), [en línea], disponible en: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/scripts/doc.php?file=biblioteca/pdf/1386, recuperado: 24 de febrero de 2013.
Declaración Universal de Derechos Humanos, [en línea], disponible en: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/scripts/doc.php?file=biblioteca/pdf/0013, recuperado: 24 de febrero de 2013.
Hasta la última piedra (2006), [documental], Lozano, J. (dir), Colombia, Earthling Productions.

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